Actividad N°5: Romance de la doncella guerrera

14.07.2015 17:11

Actividad N°2:

1. Estudia con detenimiento la siguiente información sobre Romances romances.pdf (348237)

 

2. Lee atentamente el Romance.

 

Romance de la doncella guerrera

 

—Pregonadas son las guerras   de Francia con Aragón,* 

¡cómo las haré yo, triste,   viejo y cano, pecador! 

¡No reventaras, condesa,   por medio del corazón, 

que me diste siete hijas,   y entre ellas ningún varón! 

Allí habló la más chiquita,   en razones la mayor: 

—No maldigáis a mi madre,   que a la guerra me iré yo; 

me daréis las vuestras armas,   vuestro caballo trotón. 

—Conoceránte en los pechos,   que asoman bajo el jubón. 

—Yo los apretaré, padre,   al par de mi corazón. 

—Tienes las manos muy blancas,   hija, no son de varón. 

—Yo les quitaré los guantes   para que las queme el sol. 

—Conoceránte en los ojos,   que otros más lindos no son. 

—Yo los revolveré, padre,   como si fuera un traidor. 

Al despedirse de todos,   se le olvida lo mejor:

—¿Cómo me he de llamar, padre?   —Don Martín el de Aragón. 

—Y para entrar en las cortes,   padre, ¿cómo diré yo? 

—Bésoos la mano, buen rey,   las cortes las guarde Dios. 

Dos años anduvo en guerra   y nadie la conoció 

si no fue el hijo del rey   que en sus ojos se prendó. 

—Herido vengo, mi madre,   de amores me muero yo; 

los ojos de don Martín   son de mujer, de hombre no. 

—Convídalo tú, mi hijo,   a las tiendas a feriar, 

si don Martín es mujer,   las galas ha de mirar. 

Don Martín como discreto,   a mirar las armas va: 

—¡Qué rico puñal es este,   para con moros pelear! 

—Herido vengo, mi madre,   amores me han de matar; 

los ojos de don Martín   roban el alma al mirar. 

—Llevaráslo tú, hijo mío,   a la huerta a solazar; 

si don Martín es mujer,   a los almendros irá. 

Don Martín deja las flores,   un vara va a cortar: 

—¡Oh, qué varita de fresno   para el caballo arrear! 

—Hijo, arrójale al regazo   tus anillos al jugar: 

si don Martín es varón,   las rodillas juntará; 

pero si las separase,    por mujer se mostrará. 

Don Martín muy avisado   hubiéralas de juntar. 

—Herido vengo, mi madre,   amores me han de matar; 

los ojos de don Martín    nunca los puedo olvidar. 

—Convídalo tú, mi hijo,   en los baños a nadar. 

Todos se están desnudando;   don Martín muy triste está: 

—Cartas me fueron venidas,   cartas de grande pesar, 

que se halla el Conde mi padre   enfermo para finar. 

Licencia le pido al rey    para irle a visitar. 

—Don Martín, esa licencia    no te la quiero estorbar. 

Ensilla el caballo blanco,   de un salto en él va a montar; 

por unas vegas arriba    corre como un gavilán: 

—¡Adiós, adiós, el buen rey,   y tu palacio real; 

que dos años te sirvió   una doncella leal!. 

Óyela el hijo del rey,   tras ella va a cabalgar. 

—Corre, corre, hijo del rey,   que no me habrás de alcanzar 

hasta en casa de mi padre   si quieres irme a buscar. 

Campanitas de mi iglesia,   ya os oigo repicar; 

puentecito, puentecito   del río de mi lugar, 

una vez te pasé virgen,   virgen te vuelvo a pasar. 

Abra las puertas, mi padre,   ábralas de par en par. 

Madre, sáqueme la rueca   que traigo ganas de hilar, 

que las armas y el caballo   bien los supe manejar. 

Tras ella el hijo del rey    a la puerta fue a llamar.

 
Anónimo
 
*Debido a la extensión del romance, adoptamos esta disposición  en  versos de dieciséis sílabas divididos en dos hemistiquios.

 

3. ¿Cuál es para ti el tema del texto? Fundamenta